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Cuerpo a cuerpo

  • Fecha:10-08-2021
Cuerpo a cuerpo

Continuamos añadiendo nuevos autores griegos  a la colección El árbol de la luz.

Sotirios Pastakas es psiquiatra y, aún así, fundó el Festival Pantesalio de Poesía. A parte de su trabajo principal, nunca ha dejado de escribir, de hecho es miembro de la Sociedad de Escritores y ha editado libros de poesía, teatro, ensayo, narración y traducciones de poetas italianos. En 2015, obtuvo el premio Annibale Ruccello; en 2016, el premio Retratti di Poesia, de la Fundazione Roma, y, en 2016, el premio NordSud International Prize for Litterature.

*
Así como correteamos
de casa en casa, pobres,
devorando nuestras entrañas
y bebiendo el barato vino
rojo que nos tiñe
la lengua, más parecen
nuestros encuentros
ranchos en las casas de caridad
que aquellas reuniones del Simposio.
Aunque no nos faltan ideas
ni flautistas. A veces
nos honra, especialmente, con su pareja
Diotima.

Calle de la Academia

Bajando la calle de la Academia no comprendió
la hojita amarilla de acacia que llegó
y se sentó en sus cabellos. Sin saberlo,
la gente se apartaba para que pasase,
sin trabas su marcha, verde también
la siguiente farola. No distinguió
las miradas eróticas que le lanzaban,
las sonrisas no entregadas, los rostros
que le hacían señas con puro optimismo
y confianza y nobleza. En el espejo
del ascensor, solo, rojo de vergüenza,
vio la hojita amarilla suspendida
a la altura de su corbata y sonrió,
él, el honroso rostro del Miércoles,

el condecorado de la cotidianeidad.

Ídolo sobre las aguas

Reflejé mi rostro en las aguas
sobre los años y los amores,
seguro de que me reconocería ya
a mí mismo y vi que un pez pequeño
se deslizaba entre mis pies.
«Hela ahí tu alma que se va»
grité, de cuantos robé
alegría, pena e identidad, ninguno
se encontraba allí para escucharme.
De pronto, solo, frente a las aguas,
escuché que mi destino me llamaba
a las algas y a la arena. Pez,
si la sartén es tu destino,
no diría que la mía es mejor
que la tuya. De nacimiento, cogido
por el cuello en el sedal, bauticé en el agua
todo lo que amo, salvando apenas
de la llama común a cinco o seis amigas,
menos poemas.