Editores y libreros desde 1969

​Servicio al transeúnte

  • Fecha:01-08-2021
​Servicio al transeúnte

SERVICIO AL TRANSEÚNTE



No sé qué tenía el tramo de la calle Feria donde estábamos instalados hace unos cinco o seis años, pero es un lugar muy a propósito para que el Ayuntamiento instale un kiosko de atención a los viandantes. Son muchas las personas que necesitan información y no encuentran asistencia en ningún sitio. Se paran en la puerta de la calle, y desde la misma acera preguntan a voz y grito:

—¡Señoritaaa: ¿dónde está Calderón de la Barca?!
—¡No sé donde estará en este momento, señora!
—¡Dicen que es un plaza...!
—¡Siga usted la calle hacia abajo y pregunte cuando llegue al mercado de la calle Feria.
—¿¡Dónde está el mercado de la calle Feriaaaa!?
—¡Junto a la iglesia de Omnium Sanctorum!
—¿Y dónde está la iglesia del Sartorum?
(Me lo temía.) Siga usted hacia abajo y pregunte.
—¿Está muy lejos?
—No, señora... ¡un poco más abajo!
—La leche de oficinas, no las encuentran nadie... 

Ni las gracias.

Aquello era un rosario continuo. Pero estamos acostumbrados y pediremos indulgencias por tan hispalense servicio.

Un día, no hace mucho, una de las señoras necesitadas de información, preguntó también desde la misma calle:

 —¡Señoritaa! ¿¡Tiene usted el Diccionario de Colimpio!?
—¡No, señora, no es Colimpio, sino Corripio!
—¿¡Lo tiene entonces!?
—No, señora, ¡no lo tenemos!
—¿¡Por qué sabe usted el nombre entonces!?
—Cosas del oficio, señora.
—¿¡Y a dónde lo pudo encontrar!?
—En una buena librería. ¡Pregunte usted en librería Beta!
—¿¡Dónde está la librería Betaaa!?
—( Me lo temía.) ¡Ahí en Sierpes hay una!
—¿¡Dónde está Sierpes!?
—( Me lo temía.) ¡En la Campana! 

Todo esto lo dijo la señora desde la puerta de la calle, no se olvide.

 —¡Mire usted, señorita, haga el favor de llamar a esa librería por teléfono, y pregúntele usted si tienen el Colimpio. Pero hágalo usted ya, que tengo mucha prisa y no puedo perder más tiempo.
—¡No sé el teléfono!
—¡Pues llame a Telefónica y pregunte, pero ya!
—Me lo temía.

Los jueves hay un mercadillo muy antiguo que suele ocupar parte de la calle Feria, uno de esos jueves otra persona desde la calle nos preguntaba a grito limpio:

—¿Aquí que venden, oiga?
—¡Libros!
—¡Libros dice! –y siguió su camino hacia El Jueves a carcajada limpia.

Ahora estamos en la calle Trajano, no sé da tanto como antes, pero las indicaciones hacia la Alameda son una constante:

—¿La Alameda?
—Siga recto.
—¿Está lejos?
—No, que va, ahí mismo.
—¿Pero cuánto es ahí mismo?
—No más de dos minutos.
—¿Andando?
—...